AGRAVIO A LA SOCIEDAD

Carlos Montemayor

La violencia de Estado agravia a la sociedad. Es insultante que la policía y el ejército, que debían servir de custodios de la libertad, priven precisamente de la libertad a ciudadanos inocentes e inermes. Agravia que el Ministerio Público, que debe asegurar la procuración de la justicia, pisotee los derechos de los ciudadanos. Se agravia a la sociedad cuando los jueces encarcelan, procesan y condenan injustamente en vez de fungir como garantes de la justicia en la sociedad entera. Es el mayor agravio que las autoridades políticas repriman y dejen una estela sangrienta en la sociedad a la que debían servir, proteger y salvaguardar. Estos agravios son injustificables en la conducta del ejército, cuerpos policiacos, jueces y autoridades políticas en los casos aberrantes de desprecio a los derechos humanos y civiles de los campesinos, carpinteros, profesores y regidores Loxichas aprehendidos en el año 1996 y que en 2008 siguen defendiendo su dignidad e integridad moral y social. No hay justificación ni dignidad en ninguna autoridad cuando la violencia de Estado se vuelve contra la sociedad misma.

sábado, 7 de junio de 2008

eEL EJÉRCITO FEDERAL AMENAZA A COMUNIDADES ZAPATISTAS ¡ALERTA!

Los de Abajo
Gloria Muñoz Ramírez

Provocaciones
La comunidad de La Garrucha, enclavada en la cañada de Patiwitz, en la selva Lacandona, fue la primera que recibió abiertamente a la sociedad civil y a la prensa de todo el mundo en marzo de 1994, apenas terminadas las primeras negociaciones entre el EZLN y el gobierno federal, en la catedral de San Cristóbal. Finalizado ese primer diálogo, el subcomandante Marcos, vocero y jefe militar zapatista, se refugió en esta cañada y, desde ahí, se abrieron los pueblos para explicar las razones de su lucha. Catorce años después, en este mismo poblado, el líder rebelde concedió la última (o la más reciente) entrevista a un medio de comunicación (en octubre de 2007), y aquí se le vio por última vez públicamente, durante una fugaz aparición antes del encuentro de mujeres zapatistas con mujeres del mundo, a finales de diciembre y principios de enero de 2008.Hace 15 años, en mayo de 1993, en esta misma zona se dio el “bautizo de fuego” del aún clandestino EZLN: el primer enfrentamiento con el Ejército federal, negado durante meses por la Secretaría de la Defensa y por el entonces presidente Carlos Salinas, quienes argumentaron que se trató de un enfrentamiento con una banda de narcotraficantes, teniendo claro que se trataba de una formación insurgente.La Garrucha, además de ser sede de una de las cinco zonas autónomas zapatistas, es una comunidad emblemática e histórica del movimiento. Desde aquí se dio a conocer la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y en esta región se dieron los primeros pasos de la actual iniciativa política y pacífica. En 1994 llegaron aquí los comunicadores de todo el mundo, antes de que las miradas se trasladaran a Guadalupe Tepeyac y La Realidad, en la selva fronteriza, comunidades que durante años sufrieron la persecución y el hostigamiento dirigido, pues casualmente en ambas, como recientemente en La Garrucha, se realizaron las apariciones públicas de la comandancia general zapatista.El pasado 4 de junio pudo ser un día fatal. Unos 200 soldados del Ejército federal, Seguridad Pública, policía municipal y agentes de la PGR intentaron entrar a La Garrucha. Luego se dirigieron a los pueblos de Hermenegildo Galeana y San Alejandro, en la misma región, donde fueron repelidos por mujeres, hombres y niños armados con palos, piedras y resorteras; es decir, armados de coraje y dignidad. Dentro de la cascada de agresiones que han sufrido las comunidades en los últimos dos años, esta incursión denota pretensiones oscuras y sumamente preocupantes. Es falso que busquen plantíos de mariguana; urge parar la provocación. En México y en muchos sitios del mundo se preparan acciones que impidan un desenlace de graves consecuencias.

Estamos alertas porque buscan un enfrentamiento, señala JBG
Regresaremos, advierten soldados a bases zapatistas
Desde mayo se han sucedido acciones militares en zonas autónomas
Hermann Bellinghausen (Enviado)

Ampliar la imagen En imagen de archivo, integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en La Garrucha Foto: Víctor Camacho La Garrucha, Chis., 6 de junio. Ante el rechazo decidido de los pobladores de la comunidad zapatista Hermenegildo Galeana, a unos kilómetros del caracol Hacia un nuevo amanecer, sobre las laderas de la sierra Livingston, el oficial al mando de las tropas federales que intentaban alcanzar el poblado se detuvo, y antes de retroceder amenazó a los campesinos tzeltales: “vamos a volver y no vamos a respetar; vamos a llegar adonde hay que llegar”.Una cosa les queda clara a las bases zapatistas de los municipios autónomos Francisco Gómez y Ricardo Flores Magón: “los soldados y policías vienen a encontrarnos. Lo que buscan es enfrentar. Por eso, los pueblos están alertas”, expresa un miembro de la junta de buen gobierno (JBG), en nombre de seis compañeros suyos que lo flanquean.“Ahora que ya vimos cómo están llegando los soldados, se teme que se metan en las montañas”, añade en su recapitulació n de las operaciones del Ejército federal y diversas corporaciones policiacas realizadas en las recientes dos semanas contra comunidades zapatistas de la selva tzeltal. La más reciente y grave fue este 4 de junio, aquí, y no lejos, en las comunidades San Alejandro y Galeana.En la segunda, los pobladores salieron a encontrarse con las tropas, “no los esperaron”. Los soldados se metieron en una milpa y allí se pintaron los rostros de negro. Blandiendo machetes, piedras, palos, y resorteras los niños, los indígenas los toparon y les exigieron retirarse. “A un paso quedaron ellos y nuestros compañeros”, detalla el portavoz de la JBG.Ya no se puede hablar de hechos aislados. El 19 de mayo, el Ejército federal rodeó precisamente las casas de las familias zapatistas en San Jerónimo Tulijá (municipio Flores Magón) y allanó dos, en un operativo inesperado y nunca explicado. El día 23, un aparatoso movimiento de tropas atravesó una amplia región del mismo municipio autónomo, pasando por las comunidades rebeldes Culebra y 6 de Octubre para internarse en el poblado priísta de Chamizal (donde la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos ha tenido presencia) y presuntamente localizar un pequeño sembradío de mariguana.Sembradíos ilegalesEl teniente coronel Ismael Cortés Martínez, a cargo de la operación, declaró a la prensa dos días después que el hallazgo (que nadie vio) se había realizado “en terreno zapatista”, versión que la JBG desmintió inmediatamente. Era bastante fácil: en Chamizal, igual que en sus vecinas Nueva Palestina y San Antonio Escobar, no sólo no hay zapatistas, sino que allí está la base del grupo armado responsable, junto con la policía estatal, de la masacre de Nuevo Velasco Suárez a finales de 2006.El pretexto de buscar sembradíos ilegales se repitió en la más reciente incursión, en esta cañada. Al igual que en el caso de Chamizal, las tropas federales llegaron a Galeana y San Alejandro coordinadamente, por dos direcciones opuestas, procedentes de diferentes posiciones castrenses. Aquí, de San Quintín y Toniná (las dos bases militares más grandes de la selva Lacandona). Para llegar a Chamizal, en los bordes de Montes Azules, las tropas ingresaron por Sibal y Nueva Palestina.Los guíasLa incursión a Tulijá llevó como guía a Narciso Morales Gutiérrez, soldado al parecer destinado a Quintana Roo, pero nativo del lugar, con el rostro cubierto; él señaló las casas de los zapatistas a las tropas federales, procedentes de Tabasco. En el intento por rodear La Garrucha de norte a sur (un movimiento envolvente), y para llegar a Galeana, los soldados fueron guiados por Feliciano Román Ruiz y Enrique Hernández Castellanos, policías municipales de Ocosingo, originarios del vecino Prado Pacayal.Prosigue el portavoz de la JBG: “estábamos trabajando este miércoles en el caracol; de pronto llegaron los soldados y se pusieron a la entrada de La Garrucha. La gente se juntó y empezó a moverse. Pareció que iban a flanquear la comunidad. Como vieron a la gente siguieron de largo, pero pasaron filmando a la comunidad. En Patiwitz se juntaron más soldados, siguieron, y en Rancho Alegre se unieron con los que venían de San Quintín. Luego se dividieron para subir, unos a Galeana y otros entrar a San Alejandro. El mando militar exigía a los compas que callaran la bulla, que esta vez sí iban a regresar. En los dos lugares los compas los echaron para atrás”.

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